En la mesa del salón reposaba el gato. Era una gatita persa negra y blanca, con unos ojos inmensos y redondos de color azafrán. María y los niños la adoraban, pero Manolo tenía sus reparos. Tras el almuerzo Manolo se dirigió a rendirle su homenaje diario al sofá. Al bordear la mesa vio al perezoso animal tumbado y lo rozó sin ninguna intención, pero el espacio no daba para guardar más distancias. La gata se molestó y le lanzó un zarpazo, Manolo se acojono y luego empezó a blasfemar a grito pelado. ¿Qué te ha hecho a ti la gata? ya eres muy mayorcito Manolo para tenerle esa manía al pobre animal. No tenía ganas de empezar una guerra con su mujer y mucho menos a la hora de su apreciada siesta.
El corretear de los niños desveló su sueño, debían ser las seis y media, hora en la que tomaban la merienda y se disparataban. Seguramente por culpa de la sobredosis de azúcar a la que los sometía María. Fue al baño, todo él era una enorme pelusa grisácea !el gato!. Aunque María era muy limpia, más pelo soltaba el minino y por alguna extraña razón se desmochaba en los sitios de reposo preferidos de Manolo. Cogió el cepillo para devolverle a su ropa un poco de dignidad. La gatita se paseaba de forma chulesca delante de él, andaba con gran parsimonia con su enorme rabo peludo alzado. El intentaba mostrarle su completa indiferencia, seguro que eso le dolía al pequeño monstruo orgulloso. Manolo no se quejaba de los pelos que soltaba el gato por que María lo acusaría de tenerle envidia debido a su incipiente calvicie y entonces el bicho al oírlo vería aumentar su ego y superioridad sobre el.
Sonó el teléfono, María debía ir al trabajo por un problema urgente que había surgido en la oficina. Esa tarde habían decidido pintar el pasillo y estaba todo listo. María le dijo que sería solo un rato y que comenzara él. Los niños estarían viendo la tele por lo que no le molestarían. Eso sí, ten cuidado con la gata, amenazó María. Manolo se puso presto a pintar, el olor era muy fuerte y decidió abrir la puerta. Cuándo termino de dar la primera mano al pasillo reparó en que el bicho no se había pasado por allí, miró hacia la puerta y se inquietó. Dio una vuelta por la casa buscando al gato, pero nada, se había evaporado. Por una milésima de segundo se sintió feliz pero la imagen de su señora ante la noticia de la desaparición del tesoro de la casa lo aterraba. Empezó a desesperarse movía muebles, abría cajones, nada. Subió y bajo dos veces los once pisos, salió a la calle, nada. Vio de pronto una leve llama de esperanza, entró en casa y se dirigió a la habitación dónde estaban los niños. ¿Dónde está la gata? ¿ Qué habéis hecho con ella? a ver quién aguanta a vuestra madre cuándo le digamos que la habéis perdido, ya podéis poneros a buscarla. Los niños lo miraban perplejos, la pequeña empezó a berrear por la pérdida del minino. En un minuto estaban todos buscando, nada.
Cuando regresó María se encontró el caótico paisaje. Toda la casa estaba manga por hombro, parecía que habían entrado a desmantelarla. Los niños lloraban y Manolo estaba bañado en sudor. Sólo su hermosa gatita salió a recibirla.
Ni que decir tiene, lo duro que fueron los días siguientes para Manolo. Una tarde vio como María preparaba el cesto en el que transportaba a la fiera cuándo la sacaba de casa. Ya estaban subiendo las temperaturas y la enorme bola peluda necesitaba que la podaran. El se ofreció voluntario. Cuando volvió abrió la portezuela del cesto, el animal salió corriendo a meterse debajo de una cama. Todos se quedaron de piedra cuándo vieron al animal. La habían afeitado. Manolo sabía que aquello le supondría un enorme castigo, pero le daba igual. El lamería sus heridas mirando al humillado animal.
4 comentarios:
Me vas a perdornar, pero en esto estoy con Manolo a muerte! mi aversión a los gatos es comparable a mi aversión por los chumbos
Como siempre, me has sacado una sonrisa.
La bisho
Lo siento mucho pero la Bicho me ha copiado el comentario, tiene esa tremenda manía ;P
Sólo puedo decir: "No utan nada los gatos" :((
Vaya dos pérfidas mis antecesoras en el comentario.
Pobre bichito!!! (y con esto me refiero al animal, al de cuatro patas, al adorable, al de los bigotes... al que cuesta dinero... a la gata, coño!).
Manolo y los bichos de los primeros comentarios merecen un castigo eeeeeehhhhh!
¡sereis brujaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!
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