domingo, 25 de mayo de 2008

La Comunión











!Vaya frío!. ¿ No ha tenido el niño otro día para hacer la comunión? y mira los padres encantados de la vida, !vaya par de panolis! ya vereis cuando tengáis que sacar la pasta y total ¿para qué? os vamos a criticar igual. ¿Manolo que estas rumiando? comportate hombre que estamos en una iglesia, ya sé que te da igual pero tenemos que ser respetuosos.






Todo el mundo iba de gala, ellas con trajes de gasa, tejidos de seda, sandalias de tacón, ellos con camisas se lino y chaquetas primaverales. Caía la grande. Al entrar en la iglesia se montó una pelota humana por entrar primero al recinto, no por fervor religioso sino por resguardecerse del chaparrón que estaba cayendo. María se abría paso con disimulados codazos y algún que otro pisotón en los talones de las que osaban adelantarla. Su vestido no era nuevo, ni siquiera de esa temporada pero era él mejorcito que tenía y lo defendería con uñas y dientes. Una señora mayor maquillada al estilo Marujita Díaz la adelantó sin mirarla, como si ella fuese transparente. ¿Qué se habrá creído la momia esta?. La momia le metió el bolso en el costillar y con un raudo movimiento le clavó su enorme tacón de aguja en el empeine. María aulló de dolor, la vieja la miró y se sonrió.





Una vez dentro de la iglesia, María se limpió con un pañuelo la herida del pie. No se quitaba de la cabeza la sarcástica sonrisa de la vieja pintorreada. Ya se le ocurriría algo para no dejar tal cual aquella afrenta. Mientras le contaba a su marido lo que había engordado Vicenta y de lo ordinaria que iba Loreto, buscaba con la mirada a la bruja. Justo estaba dos bancos por delante de ellos. Manolo, fíjate en lo natural que parece el pelo de la señora de delante ¿la ves?. Si hijo esa de patas torcidas con tacón de aguja. María yo no le veo ningún peluquín, creo que es su pelo. Si te lo estoy diciendo Manolo que es supernatural, pero tú hazme caso que yo de esto entiendo, eso es un postizo.





Manolo no podía dejar de mirar a la señora, realmente llevaba un peluquín asombroso. Además según su mujer no se movía. Sus miradas se volvieron tan intensas que la vieja volvió la cabeza porque sentía aquella extraña sensación de que era observada. Sus ojos se clavaron en Manolo. Era un hombre bien parecido, guapo aún y no le quitaba la vista de encima. Le pareció algo impertinente, pero se sintió alagada, es más su cuerpo empezó a recordar cosas que hacía mucho tiempo había olvidado. La verdad, es que la vieja se puso como una moto.







Cuándo terminó la ceremonia, la señora buscó a su admirador. El estaba en la puerta de salida mirándola. Los feligreses volvían a montar estampida para el desalojo, era la oportunidad y no la iba a desaprovechar. La señora a base de empujones y embestidas se colocó delante de Manolo. El no podía dejar de curiosear sobre su cráneo, era increíble la perfección de aquella peluca. Por más que miraba no podía distinguirla. Cada vez se acercaba más a la cabeza, hasta que su nariz rozaba los sintéticos pelillos. La señora empezó a sentir una especie de frenesí, aquello no podía quedarse así, ella quería más y le importaba un rábano la gente.






María observaba el cuadro, se acercó a Manolo y lo apartó del bullicio con el pretexto de saludar a unos amigos. El lugar de Manolo lo tomó otro señor que estaba a su lado. La señora en un ataque de deseo echó su mano hacía atrás para acariciar el tesoro de su pretendiente. Cuando el caballero se vio con la vieja prendida de su bragueta se quedó paralizado por unos segundos, de repente, la empujó y le increpó su deshonesto comportamiento, ¿a su edad señora? ¿no le da verguenza?. Ella notó que le ardía la cara, balbuceaba y encima se había quedado con las ganas. Echó una rápida mirada buscando al hombre que la había seducido. Lo distinguió de lejos del brazo de la mujer a la que ella había pisoteado a la entrada. La mujer la miró y le sonrió, ella salió despavorida hacía la calle.






Al salir de la iglesia, el hombre acosado tenía un corrillo a su alrededor que escuchaba con gran sorna y cachondeito el episodio que le acababa de ocurrir. María se acercó al grupo viendo cómo iba aumentado los chascarrillos, algunos ya hablaban de casi consumación del acto en la iglesia. María en su sabio conocimiento del macho sabía que a la hora de exagerar y tregiversar estos se llevaban la palma, cotilleaban menos,,,quizás,, pero mucho peor y con más mala leche. Manolo estaba a su lado, pensativo. El no dudaba de que María era una gran entendida, aquella peluca era una obra maestra.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Por qué dirán que las mujeres somos malas? Yo no lo entiendo!!! jajajajaja

Gracias, comadre, por hacerme empezar la mañana soltando la carcajada :-*

Rox dijo...

En mi vida escuché sublimación de la perfidia mayor

Anónimo dijo...

¿que maldad reside en la venganza? es simplemente justicia.