viernes, 30 de mayo de 2008
Un buen vino
El escuadrón de tiranos
Años atrás, cuando decidieron comprarse el piso, había en la urbanización muchos árboles entre los que se encontraba un hermoso ficus. A ellos esto de que hubiese árboles les entusiasmaba. De repente un día todo aquello cambió. Una manada de vecinos empezaron a sufrir extraños síntomas.
Se convocó una reunión vecinal de máxima urgencia. En el papel churretoso de la convocatoria sólo había dos puntos a tratar: el ficus y otros temas de interés....María pensó que ya sería gordo el problema cuándo ni siquiera lo nombraban. Igual era que el niño de la vecina del octavo, harto ya de apuñalar las paredes y ascensores había pasado a mayores o que el perro del vecino del tercero había sido, por fin, diagnosticado cómo diarreico crónico. Manolo pensaba que el tema sería la pasta, seguro que iban a pedirle otra extra. Pero esta vez lo llevaban crudo. Pensaba cerrarse en banda. !Ni un céntimo!.
Uno a uno fueron llegando los vecinos, cuchicheaban, criticaban y asentían con la cabeza. Formaron un corrillo alrededor de una señora bajita con cara de sabionda. Blandían los brazos al aire, a la cuasi enana le brillaban los ojos de felicidad. Intentaron filtrarse entre aquel muro de carne sudorosa. La cosa debía ser muy gorda, estaban llenos de ira, realmente daba miedo verlos. María logró oír algunas frases sueltas: hay que terminar con él, hay que arrancar el tema de raíz. !Ostras! ¿Se querrían cepillar al vecino del sexto?. Pobre hombre, claro que era un poco molesto, pero no como para eliminarlo. Al vecino le encantaba fumar en el ascensor, bajar la basura cuándo le salía del alma y lo que era aún más imperdonable, pasearse arriba y abajo enfundado en una ridícula malla. Pero asesinarlo por eso era algo excesivo. Quizás con un buen susto se arreglaba, pensaba María.
Manolo salió de entre el gentío, estaba pálido y muy triste. Niña que van a cortar el ficus. El motivo: que dentro de otros veinte años, las raíces podrían dañar el trozo de acerado comido de mierda que daba paso al garaje. Armados de coraje se enfrentaron al gentío. Manolo defendía a capa y espada los beneficios no sólo ornamentales que aportaba el árbol. Los energumenos empezaron a mirarlos amenazadoramente, ¿intentaban amedrentarlos?. Apañados iban.
De pronto se disolvió el tumulto, era la hora del fútbol. Cuando llegaron a casa, empezaron a trazar planes para evitar la masacre. Decidieron que pedirían días de asueto en el curro y se amarrarían al ficus, porque ponerse en huelga de hambre, estando los dos de buen ver, no daría buen resultado. Estaban cansados y decidieron que a la mañana siguiente continuarían trazando su estrategia.
martes, 27 de mayo de 2008
Arreglando la alacena
Un día muy tranquilo
lunes, 26 de mayo de 2008
Recuerdo de Juventud
De repente, se encontró con unas fotos de un incipiente jovenzuelo con larga melena, camisetas negras con letreros asesinos, cadenas y candados colgando de innumerables partes de su cuerpo y unos pantalones pitillos marcapaquete. Aún se preguntaba cuándo eligió salir a la calle con aquellas pintas. Creía recordar que en aquellos años ochenta él empezó su primer año de instituto. Todos los chicos iban muy conjuntados, con sus zapatillas de esparto a juego con el polito, ninguno destacaba. Ese año en la fiesta del instituto harían actuaciones, imitando a sus artistas favoritos. A Manolo le gustaba Marisol y no era plan de salir con un traje de flamenca corto, tampoco se haría muy popular cantando por el Aguilé. Empezó a prestar mucha más atención a la tele, al menos toda la que podía. En un documental observó a unos jóvenes con crestas de colores en la cabeza, imperdibles que atravesaban sus carnes y botas con puntas redondas como balones. Muy impactante, pensó, pero eso de hincarse artilugios en el cuerpo no era admisible !que él se quería mucho!.
Por casualidad llegó a sus manos una cinta de Barón Rojo. Bien mirado aquello era más fácil de llevar y seguro que destacaba. Dicho y hecho, dejó de peinarse y cortarse el pelo, ajustó todos sus pantalones y se colgó todo aquel trozo de cadena que pudo agenciarse. Además era un negado para la música y el baile, pero el estilo heavy lo empezaba a dominar con maestría a base de alguna que otra tortícolis.
Luego vinieron los colegas, otros que habían decidido como él apuntarse al estilo hevilongo. No sólo se trataba de la indumentaria, también era toda una filosofía de vida. Nada como una tía potente, una litrona y gritar simulando a los Motor Head. Mucho alcohol, mucho sexo y rock&roll. Los conciertos eran parte fundamental de la diversión y si encima terminaba con una gran bronca con botellazos y pasma de por medio, ya era el no va más. No tenía edad, ni mucho menos permiso para ir a ninguno, pero algunos hevilones mayores contaban las heroicas hazañas mostrando los estigmas a sus feligreses. Cuatro puntos en la chorla era símbolo de alta jerarquía y si encima dormías en el calabozo pasabas al estatus de semidios.Cómo echaba de menos aquella época en la que el desmadre se volvía cotidiano, cuando era un paria social. No sabe muy bien cuando todo aquello cambió, quizás cuando llevó el primer boletín de notas a casa y su madre le cortó la coleta...
domingo, 25 de mayo de 2008
La Comunión
jueves, 22 de mayo de 2008
La Linda Gatita
martes, 20 de mayo de 2008
La visita de la Parca
lunes, 19 de mayo de 2008
El Primer beso
Hoy hace veintitres años que María y Manolo empezaron su hermosa historia de amor. Para María es un día muy especial, en el que se levanta llena de expectativas. No sabe bien por qué ese día siempre lo ve más alto, más guapo y más atractivo. Cuando el día avanza, su estado de felicidad y añoranza va tornandose a un estado de frustración y enojo. El motivo evidente es que Manolo padece amnesia y que aunqe se tire toda una semana tirándole indirectas, el ni caso. Eso sí, se pega todo el día con una extraña cara de satisfacción.
Lo que desconoce María, es que Manolo volvió a la fiesta. Buscó a Rosa y la encontró tirada a lo ancho en la entrada. Se acercó y en un sumo esfuerzo le quitó las bragas, buscó una caña y las izó cual bandera. Rosa quedó alli tumbada y en su mano, el insigne banderín.