miércoles, 25 de junio de 2008
La Feria
lunes, 23 de junio de 2008
La Noche de San Juan
miércoles, 18 de junio de 2008
Povedilla
Le vino a la mente la imagen de su amigo Povedilla. Había sido un hombre amable pero triste, siempre cabizbajo y ceñudo. Un día, no llegó al trabajo. Nadie lo echó de menos, excepto la arpía de personal que a los cinco minutos de retraso ya estaba con un parte en una mano y el teléfono en la otra. No podía olvidar ese instante, se regodeaba en aquel momento una y otra vez. Por casualidad el había entrado en el despacho de la bruja aquella para entregarle el informe mensual y se encontró con la sorpresa. Ella comenzó en un tono de suma soberbía, nada nuevo. Pero de pronto se quedó muda, empezó a enrojecer y a gritar !Povedilla, se está usted pasando!. El hombre gris le estaba dándo un repaso a la tipeja de órdago. ¿Habría perdido la cabeza su amigo?.
miércoles, 11 de junio de 2008
Calima
martes, 10 de junio de 2008
Uno más, María
Había pensado no celebrar su cumpleaños, Manolo desde luego no lo notaría. A su marido o se lo recordaba dos días antes o no había tu tía. Pero estaba la familia, a su madre desde luego no se le olvidaba, y también estaban los amigos, sobretodo aquellas arpías que la acompañaban desde la infancia y cuyo objetivo era recordarle con sonrisa maliciosa que llevaban al día la cuenta. En fin haría de tripas corazón y prepararía un pastel, por si se presentaban a festejar el dichoso día.
martes, 3 de junio de 2008
Acicalándose
María le pidió a su marido que se fuese preparando. El tardaba un siglo en arreglarse y ella no pensaba salir de casa sin peinarse y maquillarse. Mientras que su marido se aseaba ella fue colocando los trajes en la cama. Ella se había decidido por un vestido morado con adornos arabescos, que le encantaba. Esa mañana lo había planchado y había rebuscado los complementos y abalorios que luciría. Preguntó a Manolo que se quería poner y él contestó que lo tenía todo listo y que no se preocupara. ¿Ella no aprendería nunca?. Al ver la ropa de Manolo empezó a ponersele gorda la vena del cuello, mala señal. La camisa parecía que había estado guardada echa un ovillo debajo de algo muy pesado y el pantalón lucía topos de colores inimaginables. No quería empezar de mala uva la noche, se armó de paciencia y se puso a arreglar el desaguisado. Limpió con un trapo húmedo las manchas del pantalón y planchó lo que en su día fuera una camisa. Más de media hora le llevó adecentar aquello.
Sólo faltaba una hora para el inicio del evento y Manolo seguía en la ducha. Tengo que lavarme el pelo y pintarme, luego no me vengas con las prisas. Nada. El enjabonado la miraba tras la mampara de la ducha con cara de felicidad. Cuándo por fin salió de allí, estaba más arrugado si cabe que su puñetera camisa. María se duchó lo más rápido que pudo, ya le había fastidiado el lavado de pelo tan espectacular que pensaba darse pero aún le quedaba el peinado y el maquillaje.
Cogió el secador de pelo para arreglar su larga melena, estaba nerviosa ya que sólo contaba con media hora que incluía además el llevar a los niños a casa de la abuela. Decidió dejar húmedo el cabello, colocarse el vestido y los abalorios para poder maquillarse. Mientras se echaba espuma en el pelo, entró Manolo al baño para terminar de acicalarse. La vena del cuello de María iba cogiendo dimensiones considerables. Abrió el maletín y empezó a pintarse, cuándo ya estaba casi lista su marido tuvo un accidente con el tarro de gomina. Un inmenso lamparón en su vestido, y un pegotón en la cara fueron el resultado del incidente. !Mira lo que has hecho!. El la miró con ojos de borrego, orejas gachas y labios apretados. Ella pasó casi por encima de él, cogió el trapo húmedo y restregó con fuerzas el vestido, luego se limpió la cara estropeando su maquillaje, intentó quitarse el pegote del pelo pero se había puesto algo tieso. Como pudo arregló su pelo, recogiendolo torpemente con unas pinzas y se retocó por encima del maquillaje para disimular el desastre. La vena de su cuello ya tenía vida propia y estaba descontrolada.