miércoles, 17 de septiembre de 2008

Baldomero





Estaba como un niño con juguete nuevo. Esa tarde había quedado con su viejo amigo Baldomero y como María pasaba la noche con sus padres y los niños, el tenía carta blanca. Desde que se levantó tenía mariposas en la barriga, hacía tantos años que no se encontraba tan expectante y nervioso que había olvidado esa sensación.


Baldomero siempre había sido la envidia de sus amigos. De jovenzuelos no había mujer que se le resistiera, era el que mejor le daba al balón, el más listo y el más valiente. Todos envidiaban a Baldomero pero esperaban con impaciencia su llegada al bar La Rosa, lugar de encuentro de los amigotes en aquellos memorables años. El inexorable paso del tiempo los había separado y cada uno había seguido con su vida. De higos a brevas se encontraban, un saludo y la intención de quedar para tomar unas cervezas era lo que quedaba de aquella exigua amistad. Todos habían ido cambiando con el tiempo, menos pelo, más barriga, algún achaque. ¿Todos? No, claro que no, Baldomero seguía conservándose de maravilla. Claro que él no se había casado, ni tenido hijos y por consiguiente se había librado del acoso y derribo de una suegra pendenciera. Una semanita le mandaba el a la suya y ya vería los estragos que iba a sufrir su zaina mata de pelo.



Quedaron en el bar La Medina, un sitio fino y lleno hasta la barra. Manolo iba reluciente. Había sacado brillo a sus zapatos en los que podría reflejarse las bragas de la camarera si no le hubiese dado por llevar pantalones. Su calva resplandecía mucho más que los zapatos, la había frotado con saña. Baldomero apareció con una indumentaria que le hacía parecer unos 10 años más joven que el, su pelo azabache cortado al cepillo y dos preciosas jovencitas colgadas de cada brazo. La admiración que sintió al verlo rozaba la más agónica de las envidias. Tras las presentaciones tomaron unas cuantas copas y empezaron a recordar viejas hazañas en las que, por supuesto, Baldomero siempre había sido el protagonista. Despidió a las dos mozas no sin antes haberlas abonado una impresionante propina para el taxi. Ellos siguieron bebiendo e incluso recordaron sus concursos de chupitos y aun jovenzuelo Manolo que siempre destacó a causa de sus desmayos etílicos.



Tras cuatro horas poniéndose ciegos de alcohol decidieron dormir la mona. Baldomero iba realmente cargado y Manolo decidió llevarlo a su casa. Al llegar al edificio el portero le echó una mirada asesina, seguramente era pura envidia hacia su amigo. Lo introdujo como pudo en el ascensor, realmente allí tirado no parecía un efebo precisamente. Reparó en las arrugas de su rostro y en la extremada delgadez de su cuerpo. El tiempo finalmente también iba a acabar con el gran Baldomero. Al llegar a la puerta un olor a meado y podredumbre le golpeó en la cara. Abrió la puerta y se encontró con el dantesco espectáculo, aquello era una verdadera pocilga. Los desperdicios de comida y vasos con hongos flotantes adornaban la mayoría de los muebles. Se acordó en ese instante de María, que siempre le echaba en cara que si no fuese por ella se lo comería la mierda. El pensaba que era una exagerada pero visto lo visto tenía razón. "La mierda te podía comer". Dejó a su amigo en el sumier menos mugriento que encontró y se marchó. Al bajar se encontró con el portero, el cuál sin apenas mirarlo comentó que los de asuntos sociales deberían hacer algo y encerrar de una vez al impresentable del ático. Por lo visto ninguna señora de la limpieza había aceptado trabajar para el energumeno y la que más había durado no había llegado al tercer día. Total, que su ídolo tenía los pies de lodo.


Al llegar a su casa, encontró una nota de María para que se descalzase que había encerado el suelo y le daba las indicaciones precisas para que sacara la cena del taper de la nevera. Se sonrió y miro a su alrededor con cara de satisfacción. Se sacó los zapatos y se dirigió diligente con su nota a la cocina. Cómo la echaba de menos...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Ainsss! Si no fuera por las Marias del mundo ...
;-*

Unknown dijo...

Opino como Lady, y leyendo la historia, he pensado que el dichoso Baldomero era cun chuleta, y las muchachas a las que paga el taxi, una prostitutas, que lleva a la cita solo para fardar, jajaja. Un pobre hombre Baldomero, que suerte tiene Manolo! jejeje

Anónimo dijo...

Es que María es mucha María

La Bisho.

xuberoa dijo...

Pobres Baldomeros, no son nadie sin las Marias!
Besos

Anónimo dijo...

Ainss nunca es oro todo lo que reluce

;))**